Manifiesto por el Parque Nacional del Guadarrama
Cercedilla, 5 de junio de 2004, Día Mundial del Medio Ambiente
La protección de la Sierra de Guadarrama bajo la forma de Parque Nacional constituye una reivindicación que en pocos años llegará a su centenario.
En esa reivindicación, que empieza a gestarse en la segunda década del siglo XX, se entremezclan con igual importancia los elementos rurales y los urbanos de nuestra sierra. Es la sensibilidad que se dibuja en los entornos más cultivados que propicia la urbe madrileña de aquella época la que acaba impulsando la preservación de los paisajes rurales con toda la carga de identidad ancestral acumulada en los siglos anteriores. Una identidad de origen segoviano, vinculada a la repoblación medieval de esta sierra, y determinada por la estructura socioeconómica que entonces se asentó, en consonancia con lo que han venido siendo las peculiaridades de la Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia. Una identidad personalizada en los oficios tradicionales, que proporcionaron vida a los pobladores serranos y que dibujaron un paisaje natural cargado de belleza y valor propios.
Aquella reivindicación viene, en este sentido, a culminar el singular proceso de descubrimiento y fascinación por el Guadarrama que experimentan los círculos más ilustrados y comprometidos de la sociedad madrileña desde la segunda mitad del siglo XIX.
Es por entonces cuando el mundo científico comienza a explorar la Sierra. Se forjan en el entorno agreste del Guadarrama de aquellos años personalidades científicas y humanistas de la importancia del geólogo Casiano del Prado o del entomólogo Mariano de la Paz Graells, descubridor de la legendaria mariposa isabelina o “Graellsia isabelae”.
Gran importancia tendría igualmente el descubrimiento de los paisajes de Guadarrama por Francisco Giner de los Ríos y los fundadores de la Institución Libre de Enseñanza; quienes convertirían a estas montañas, a las excursiones por ellas, a la contemplación y comprensión de su paisaje, en fuente de inspiración y campo de vivencia para sus métodos pedagógicos, para su sentido de la higiene y la salud, así como de sus planteamientos, morales, patrióticos y estéticos.
Los deportistas de la montaña, en particular a través del excursionismo, también constituirán uno de los elementos protagonistas conformadores del “guadarramismo”, entremezclados en aficiones y amistades con científicos y pedagogos, artistas y escritores.
Curiosamente, el medio más articulado y activo de defensa de los valores del Guadarrama acabaría gestándose en el ámbito del deporte y vendría de la mano de la Sociedad Española de Alpinismo Peñalara, constituida en 1913 por un singular grupo de deportistas preocupados por las amenazas de desnaturalización y banalización que empieza a cernirse sobre la Sierra. Será, precisamente, esta Sociedad “Peñalara” (cuya “alma mater” fue Constancio Bernardo de Quirós) la que encabece desde su fundación y, de manera particular, a lo largo de los años veinte y treinta del pasado siglo, la reivindicación del Parque Nacional del Guadarrama, como figura de protección necesaria para la preservación de estas montañas.
Después de la tragedia civil de los años treinta, con sus principales mentores en el exilio, la reivindicación del Guadarrama y de su protección como Parque Nacional quedó a la espera de que resurgieran aquellas corrientes ilustradas, científicas y naturalistas, que supieran y quisieran identificarse y comprometerse con la identidad cultural y natural del mundo rural y serrano del Guadarrama.
Han tenido que pasar, lamentablemente, muchos años desde entonces para que surgiese una nueva oportunidad para la Sierra de Guadarrama, para que ésta pueda gozar del reconocimiento que se merece y sea finalmente declarada Parque Nacional.
A pesar de las numerosas agresiones que ha sufrido en las décadas pasadas, la Sierra de Guadarrama sigue albergando valores medioambientales y humanos muy importantes. Es, probablemente, el paraje de alta montaña mediterránea continental que mayor diversidad biológica tiene, tanto de flora como de fauna.
Cuenta con extraordinarios bosques, de coníferas y caducifolios. Pinares, sabinares, robledales, acebales… entre otros hábitats considerados prioritarios por la Unión Europea. En esta sierra se han catalogado cerca de 1.500 especies de plantas y cerca de 300 de vertebrados. Especialmente sobresaliente es su avifauna: casi 200 especies, más de la mitad nidificante, destacando el águila imperial ibérica, el buitre negro, ambas en peligro de extinción, o la cigüeña negra y el águila real. Además de 45 especies de mamíferos, entre ellas la nutria, 22 especies de reptiles y 13 de anfibios. Entre los invertebrados hay más de 400 especies de insectos, entre ellas algunas amenazadas como la mariposa isabelina y el ciervo volante.
Sin embargo, la Sierra de Guadarrama no es solo una “isla” de biodiversidad, es también el hogar de miles de personas que viven y trabajan en ella, y que son los principales protagonistas de su conservación. Incluso los habitantes de ciudades como Madrid y Segovia se ven beneficiados de esta sierra, ya que aquí tienen su origen las aguas que tan generosamente utilizamos y el oxígeno del que todos dependemos.
Toda esta riqueza natural, histórica y cultural, se ve hoy día profundamente amenazada: el modelo de desarrollo impuesto por Madrid y trasladado a las ciudades limítrofes como Segovia y Ávila es incompatible con la conservación de la Sierra de Guadarrama. Los desarrollos urbanísticos, que incluso trepan literalmente sobre las laderas de la Sierra, están produciendo irrecuperables heridas en la riqueza natural de Guadarrama.
La construcción de la autopista de peaje San Rafael-Segovia, a través de territorios del Águila Imperial Ibérica; el túnel del AVE Madrid-Segovia, que ha destruido importantes robledales en Soto del Real, en la boca sur y pastizales en la boca norte; la ampliación de la autopista AP-6 (con la pretendida construcción de un tercer túnel bajo la sierra entre Guadarrama y San Rafael), que causará importantes daños a fresnedas, montes de utilidad pública y bosques de ribera, son ejemplos de grandes infraestructuras que fragmentan y aíslan el territorio, y que destruyen el paisaje y la biodiversidad del futuro Parque Nacional.
A estos problemas hay que sumar la deficiente gestión de los recursos naturales que, bien por la falta de sensibilidad de épocas pasadas o por un concepto de desarrollo mal entendido, han permitido el desarrollo de actividades altamente impactantes en las cumbres de la sierra, como las estaciones de esquí o la explotación de manantiales de alta montaña.
Sin duda, la Sierra de Guadarrama, conjuga valores históricos, culturales y medioambientales de gran importancia. En base a todos ellos, hacemos hoy desde aquí un llamamiento a los responsables políticos del Gobierno central y de las Comunidades Autónomas de Madrid y Castilla y León para que no dejen pasar esta oportunidad histórica de declarar el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama.
A ellos les pedimos que asuman con entusiasmo esta tarea, para que, sin demoras innecesarias, podamos tener a corto plazo un buen Parque Nacional, ampliamente representativo de sus valiosos ecosistemas y de los usos tradicionales que durante tanto tiempo han coexistido en esta sierra. Un Parque Nacional que proteja como mínimo desde Somosierra hasta Peguerinos y que su área de influencia comprenda desde Collado-Villalba hasta Segovia.
Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO/BirdLife y WWF/Adena
Fuente: www.ecologistasenaccion.org
5/06/2004