La asociación “Protejamos las Calderas” ha mostrado su rotundo rechazo a la construcción de una presa en el arroyo Cambrones, propuesta por la Mancomunidad de La Atalaya, con el fin de abastecer a sus pueblos, que en los próximos años incrementarán su población con la ejecución de varios planes parciales. Los objetivos primordiales de esta asociación creada recientemente son, difundir entre el mayor número de vecinos “el problema de la sistemática degradación ambiental y paisajística del entorno de la Sierra”, y proteger los valores culturales y ambientales de un paraje como las Calderas del Cambrones. Desde el colectivo recuerdan que todo el área de las Calderas “está protegida con la máxima figura de protección en las DOTSE y está calificado como Área de Singular Valor Ecológico”.
La portavoz de “Protejamos las Calderas” Ruth Calderón afirma que “están hurtándonos nuestro bienestar y nuestra calidad de vida”. “Las urbanizaciones proyectadas, junto con sus inseparables campos de golf, salas de conferencias, hoteles, centro de congresos y demás pequeñeces, no traerán la felicidad, sino enormes filas de coches a la entrada y dentro de la ciudad, multitudes entrando en el embudo por el que ha explotado Madrid para dormir y descansar en nuestro entorno, sin arraigo ninguno y sin dejar recursos y grandes negocios en los que ilusamente esperábamos que trabajasen nuestro hijos”.
En este sentido, la asociación explica que esas urbanizaciones demandarán ingentes cantidades de agua que el embalse del Pontón Alto no puede asumir, “por lo que será necesario exprimir más aún si cabe, nuestros cada vez más escasos recursos, construyendo una nueva presa que hoy en día no es necesaria, para cubrir las necesidades de unas innecesarias urbanizaciones proyectadas sobre una base jurídica aprobada en 1981, hace 25 años”. Además, señalan que, esas normas clasifican amplias extensiones del municipio de Palazuelos de Eresma como suelo apto para urbanizar o suelo urbanizable. “Pero debido a su antigüedad, no están adaptadas a ninguna de las normas ambientales, urbanísticas o de cualquier otro tipo que han surgido en los últimos 25 años, constituyendo una reliquia de la planificación inconsciente y desordenada de la época”, denuncian.
“Protejamos las Calderas” afirma que “no estamos en contra del progreso y tampoco de los cambios, pero sí de los cambios a toda costa y en cualquier sentido y del progreso con trampas, en el que se nos promete un mundo feliz a corto plazo y obtenemos un amasijo de desilusiones y desencantos, que como vienen a largo plazo, no conectamos con su verdadera causa inicial”.
Fuente:El Adelantado